Era apacible el día, Rosalía de Castro

Era apacible el día1
Y templado el ambiente,2
Y llovía, llovía3
Callada y mansamente;4
Y mientras silenciosa5
Lloraba y yo gemía,6
Mi niño, tierna rosa7
Durmiendo se moría.8
Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente!9
Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca en la mía!10

Tierra sobre el cadáver insepulto11
Antes que empiece a corromp-erse... ¡tierra!12
Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos,13
Bien pronto en los terrones removidos14
Verde y pujante crecerá la yerba.15

¿Qué andáis buscando en torno de las tumbas,16
Torvo el mirar, nublado el pensamiento?17
¡No os ocupéis de lo que al polvo vuelve!...18
Jamás el que descansa en el sepulcro19
Ha de tornar a amaros ni a ofenderos20
¡Jamás! ¿Es verdad que todo21
Para siempre acabó ya?22
No, no puede acabar lo que es eterno,23
Ni puede tener fin la inmensidad.24

Tú te fuiste por siempre; mas mi alma25
Te espera aún con amoroso afán,26
Y vendrá o iré yo, bien de mi vida,27
Allí donde nos hemos de encontrar.28

Algo ha quedado tuyo en mis entrañas29
Que no morirá jamás,30
Y que Dios, porque es justo y porque es bueno,31
A desunir ya nunca volverá.32
En el cielo, en la tierra, en lo insondable33
Yo te hallaré y me hallarás.34
No, no puede acabar lo que es eterno,35
Ni puede tener fin la inmensidad.36

Mas... es verdad, ha partido37
Para nunca más tornar.38
Nada hay eterno para el hombre, huésped39
De un día en este mundo terrenal,40
En donde nace, vive y al fin muere41
Cual todo nace, vive y muere acá.42

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Análisis

La gran poetisa gallega Rosalía de Castro nos presenta un poema en el que nos habla de un día de tormenta, melancólico y, sin embargo, agradable. La poeta está triste pero lo lleva en silencio. Su hijo está enfermo y se muere. La poeta ve que el pequeño, su hijo, su vida, se va de este mundo tranquilo y sin sufrimiento.

Ella, como madre, está desolada como la tormenta. La poeta entierra al niño rápido, antes de que el cuerpo se corrompa. Se da cuenta de que la hierba, el olvido, oculta rápidamente el recuerdo. Critica a quienes acuden a los entierros por interés o chismorreo. No quiere que nadie se recree en la muerte del pequeño. Es consciente, también, de que nadie regresa de la muerte.

La poeta se pregunta si no hay nada más allá después de la muerte, si todo se ha acabado. Para ella, el recuerdo, el amor a su pequeño, es eterno. Siente que está conectada con su hijo más allá de la muerte y que, antes o después, se encontrará con él. Ella es creyente y está asegura que una parte del pequeño, su recuerdo más hermoso, está en su interior.

La unión es tan fuerte con su pequeño que nada, humano o divino, podrá separarlos. Es consciente de que ha muerto y que se ha ido para no volver. El paso del tiempo para el hombre es inexorable y la muerte es algo inevitable, que ocurre antes o después. Hacemos y vivimos para morir, pero lo importante es cómo recorremos nuestro camino vital.

Este gran poema de Rosalía de Castro nos pone frente a la muerte de un ser querido especial, como es la de un niño pequeño, y al mismo tiempo hace pensar al lector acerca de la vida y, quizás lo más importante para la poetisa, en la muerte. En este caso, la muerte no se ve como algo negativo, sino que es un momento al que llegaremos todos, cada uno de nosotros por igual.

Sin embargo, para esta poeta la muerte no es algo negativo, sino que es el paso de nuestra vida a otro lugar mejor, un lugar de encuentro con aquellos seres queridos que echamos en falta, con los que queremos volver a encontrarnos una vez nuestra estancia en la tierra haya terminado. Y eso es lo que desea cuando habla de querer estar nuevamente con su hijo.

Nota de Paulo Altamirano.

Altamirano, Pablo. May., 2015. Era apacible el día, de Rosalía de Castro. Poemario. Acceso en https://poemario.com/era-apacible-dia/

Ejemplos de figuras literarias en Era apacible el día

Figuras Literarias Ejemplos Descripción
Metáfora "Mi niño, tierna rosa Durmiendo se moría." La rosa representa la fragilidad y la belleza de la vida del niño. La frase "durmiendo se moría" implica que la muerte del pequeño fue pacífica, como si estuviera simplemente descansando.
Metáfora "Algo ha quedado tuyo en mis entrañas Que no morirá jamás" Refiere a los recuerdos y al amor que quedan del hijo de la voz lírica como algo que permanece en su interior, en sus "entrañas". Esta metáfora enfatiza la fuerza y la profundidad del amor por su hijo.
Prosopopeya "Y llovía, llovía Callada y mansamente" La lluvia es personificada en estos versos como si tuviera la capacidad de actuar de manera "callada y mansa", proporcionando un ambiente tranquilo y solemne que refleja un sentimiento de tristeza.
Hipérbole "Ni puede tener fin la inmensidad." Enfatiza la inmensidad del amor y la memoria por el pequeño. Aunque literalmente la inmensidad no tiene fin, en este caso se usa para transmitir la idea de que el amor de la voz lírica por su hijo es interminable.
Hiperbatón "Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente!" Reorganiza la estructura de las palabras para destacar la tranquilidad del niño al morir.
Elipsis "Para siempre acabó ya?" En esta pregunta, de Castro omite información respecto de qué es lo que ha "acabado para siempre", creando así un sentimiento de ambigüedad y pérdida.


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