Adolescencia, Juan Ramón Jiménez

En el balcón, un instante1
nos quedamos los dos solos.2
Desde la dulce mañana3
de aquel día, éramos novios.4
—El paisaje soñoliento5
dormía sus vagos tonos,6
bajo el cielo gris y rosa7
del crepúsculo de otoño.—8
Le dije que iba a besarla;9
bajó, serena, los ojos10
y me ofreció sus mejillas,11
como quien pierde un tesoro.12
—Caían las hojas muertas,13
en el jardín silencioso,14
y en el aire erraba aún15
un perfume de heliotropos.—16

No se atrevía a mirarme;17
le dije que éramos novios,18
...y las lágrimas rodaron19
de sus ojos melancólicos.20

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  • Blas Vidal Nov., 2022

    Pareciera que esas estrofas van acorde con el otro poema que es Viaje definitivo, pero desconozco…para la sra. María Teresa Arancibia…

  • María Teresa Arancibia Jun., 2022

    Conozco el poema Adolescencia con más estrofas, incluido “Yo no volveré”, no se si antes se publicó mal o luego lo han dividido. El poema que yo conozco comienza con: Yo no volveré y la noche tibia serena y callada dormirá al mundo a los rayos de su luna solitaria, mi cuerpo no estará allí y por la abierta ventana entrará una brisa fresca preguntando por mi alma…
    Saludos amigos

    • Paulo Altamirano Jun., 2022

      En ese caso, refiere a un trabajo de Juan Ramón Jiménez: https://poemario.com/no-volvere/


Análisis

Juan Ramón Jiménez (Moguer, Huelva: 1881 – Puerto Rico: 1958), fue un poeta español que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1956. Persiguió con su obra la eternidad, la belleza y la verdad. Podemos dividirla en dos etapas: la primera hasta 1916 y la segunda después de este año. El amor en general y Moguer, su pueblo natal, fueron las fuentes de inspiración más relevantes de su vida.

Platero y yo (1914) fue sin lugar a dudas la obra más popular del poeta. Pero además escribió numerosos poemas ricos en emociones, vivencias, deseos y reflexiones.

Adolescencia es un entrañable romance compuesto por veinte versos octosílabos con rima asonante; riman los versos pares y los impares quedan libres. El poeta nos narra un recuerdo o una anécdota que según deducimos de su título vivió siendo adolescente. Es una romántica, secreta y efímera historia entre él y una chica que nos ofrece una visión general de cómo habrían sido los adolescentes antaño… pues hoy en día no se percibe en la sociedad el tipo de pudor que Juan Ramón Jiménez está experimentando.

Podemos dividir el poema en cinco partes. La primera parte es la introducción a dicho momento, desde el verso número uno al cuarto; nos dice dónde está (en el balcón) y qué ha ocurrido (se han convertido en novios). Desde el verso número cinco al octavo tenemos la segunda parte, en la cual nos está describiendo el ambiente como si este importara más que los sentimientos: fue el paisaje el único testigo de aquel momento vital. En el verso número nueve y hasta el doce se encuentra la tercera parte: narra con exactitud aquello que ocurrió entre ellos. Emplea palabras tímidas y respetuosas. Tras aquello que ocurrió se intuye que ellos volvieron a vivir el ambiente que los rodeaba, y fielmente el poeta nos lo describe de nuevo entre los versos trece y dieciséis. Destacamos en esta cuarta parte “el jardín silencioso” (verso 14) pues refleja este elemento el silencio que entre ellos se daba y el abismo que, seguramente, hubo entre los nuevos novios a pesar de la unión que supuestamente tenían. La última parte supone el desenlace de lo que en aquel momento ocurría. Ella tímida, él, seguro de que eran novios… y la chica comenzó a llorar con melancolía. ¿Lloraba por haber tomado conciencia de que ya no era una niña? ¿Por el cambio vital que supone tener novio? ¿O lloraba porque en su inexperta adolescencia amaba a otro chico?

Destacaremos en su texto el uso exquisito y abundante de adjetivos: “vagos tonos”, “cielo gris y rosa”, “hojas muertas”… lo que nos dice que le estaba dando mucha importancia a cada elemento que podía percibir: no era un cielo cualquiera, los tonos no eran comunes y las hojas… también miraban hacia el suelo Así como también encontramos personificaciones: “el paisaje soñoliento” (verso 5) o “el jardín silencioso” (verso 14); metáforas, por ejemplo en el verso número doce: mejillas – tesoro; y aposiopesis en el verso diecinueve.

Juan Ramón Jiménez nos regala un poema extremadamente sincero que además le sirvió a él como recuerdo de aquello que sólo puede vivirse una vez: la adolescencia. Este poema es una imagen realista y muy personal en la que muchos lectores podrán interactuar, revivir, soñar y recordar.

Nota de Victoria Jorrat.

Jorrat, Victoria. Ago., 2014. Adolescencia, de Juan Ramón Jiménez. Poemario. Acceso en https://poemario.com/adolescencia-gimenez/

Ejemplos de figuras literarias en Adolescencia

Figuras literarias Ejemplos Descripción
Metáfora "el cielo gris y rosa" Se refiere a los colores del atardecer como "gris y rosa", haciendo una comparación implícita con algo que tiene esos colores, como podría ser una pintura.
Metáfora "quien pierde un tesoro" Esta expresión compara el acto de ofrecer las mejillas para ser besadas con la pérdida de un tesoro, dando a entender la importancia y el valor que ese gesto tiene para la persona.
Símil "Caían las hojas muertas, en el jardín silencioso" Esta línea describe cómo caen las hojas muertas en el jardín, en silencio, comparándolas con la quietud del momento entre los dos personajes.
Prosopopeya "El paisaje soñoliento dormía sus vagos tonos" Esta frase atribuye una acción humana, "dormir", al paisaje, personificándolo como si estuviera soñoliento y descansando.
Hipérbole "...y las lágrimas rodaron de sus ojos melancólicos" La expresión exagera la emoción de la persona al mencionar que las lágrimas "rodaron" de sus ojos, sugiriendo una gran cantidad de lágrimas o una emoción muy intensa.
Hiperbatón "bajo el cielo gris y rosa del crepúsculo de otoño" El orden de las palabras en esta línea no sigue el orden gramatical habitual en español, lo que crea un efecto poético.
Elipsis "...y las lágrimas rodaron" Esta línea omite parte de la acción o del contexto, lo que genera un efecto dramático y sugiere que algo importante ha sucedido entre las dos personas.
Anáfora "Le dije que iba a besarla; ... le dije que éramos novios" La repetición de "le dije" al comienzo de dos versos cercanos enfatiza la comunicación entre los dos personajes y su importancia en la escena.
Metonimia "un perfume de heliotropos" Esta expresión utiliza el "perfume de heliotropos" para referirse al olor de las flores de heliotropo en el aire, reemplazando el objeto (las flores) por una característica asociada a ellas (su perfume).