1964, Jorge Luis Borges

I

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.1
Ya no compartirás la clara luna2
ni los lentos jardines. Ya no hay una3
luna que no sea espejo del pasado,4
cristal de soledad, sol de agonías.5
Adiós las mutuas manos y las sienes6
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes7
la fiel memoria y los desiertos días.8
Nadie pierde (repites vanamente)9
sino lo que no tiene y no ha tenido10
nunca, pero no basta ser valiente11
para aprender el arte del olvido.12
Un símbolo, una rosa, te desgarra13
y te puede matar una guitarra.14

II

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.15
Hay tantas otras cosas en el mundo;16
un instante cualquiera es más profundo17
y diverso que el mar. La vida es corta18
y aunque las horas son tan largas, una19
oscura maravilla nos acecha,20
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha21
que nos libra del sol y de la luna22
y del amor. La dicha que me diste23
y me quitaste debe ser borrada;24
lo que era todo tiene que ser nada.25
Sólo que me queda el goce de estar triste,26
esa vana costumbre que me inclina27
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.28

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Análisis

El poema que Jorge Luis Borges tituló 1964 formó parte del libro El otro, el mismo, que publicó en el año de aquel título y que es el primero que, desde 1929, compuso solamente con textos en verso. Los asuntos tratados en este poemario son el tiempo, el sueño, la memoria, el enigma de la existencia, la muerte que nos sigue como una sombra.

En palabras del autor dichas en el prólogo:

De los muchos libros de versos que mi resignación, mi descuido y a veces mi pasión fueron borroneando, El otro, el mismo es el que prefiero. […] Ahí están mis hábitos: Buenos Aires, el culto a los mayores, la germanística, la contradicción del tiempo que pasa y de la identidad que perdura, mi estupor de que el tiempo, nuestra substancia, pueda ser compartido.

El poema 1964 está dividido en dos partes numeradas I y II, respectivamente, cada una compuesta de catorce versos endecasílabos sin separación en estrofas. No obstante, ambas partes presentan la forma de soneto, aunque con rima independiente en cada cuarteto. La estructura de rimas es, en los dos, ABBA CDDC EFF EGG. Todas las rimas son consonantes. Exceptuando el último verso del segundo cuarteto de la primera parte, que es sáfico, todos los versos tienen acento rítmico fundamental en las sílabas sexta y décima, con acento secundario en alguna de las restante sílabas. El ritmo general del poema elude la monotonía mediante la inserción de encabalgamientos en todas las estrofas virtuales, salvo el segundo terceto de la primera parte. También contribuyen a ese propósito las puntuaciones internas y las de final de verso.

En la primera parte, el hablante lírico discurre sobre la pérdida y sobre la soledad. Alude también a la ausencia de situaciones compartidas y al peso de recuerdos amargos. Los dos primeros versos capturan la atención con un hipérbaton («Ya no es mágico el mundo») y con la anáfora «Ya no». La mención de «la clara luna» y la hermosa prosopopeya «los lentos jardines» son símbolos de un mundo mágico que alguna vez existió, pero que dejó de estar presente. La referencia a la luna como «espejo del pasado» es vista así por Luis Sáinz de Medrano Arce en su ensayo La poesía de Borges: “El otro, el mismo”:

Cuando Borges afirma en el poema 1964: «Ya no hay una / luna que no sea espejo del pasado», está dándonos la clave de su visión del mundo, una visión repetitiva donde se ha perdido la magia inicial, la magia que pudo haber en una contemplación del mundo que Borges parece haber realizado en una existencia anterior o en un tiempo privado, escondido y clausurado respecto a la que se inició en 1899 [año de nacimiento del poeta].

La mención de esa luna que es «cristal de soledad, sol de agonías» crea una atmósfera de nostalgia y melancolía, y será motivo de un enlace en la segunda parte del poema. El soneto virtual de esta primera parte puede considerarse un soneto inglés o de Shakespeare, pues desemboca en un sentencioso pareado final.

En la segunda parte, el discurso poético se formula en primera persona; en la parte anterior, primaba la segunda. Este cambio parece querer denotar la sustitución del diálogo íntimo por la reflexión personal sobre la cortedad de la vida y la posibilidad permanente de la muerte. El hablante lírico siente que ya no podrá ser feliz y se resigna a entregarse a la tristeza. La metáfora de la muerte como «ese otro mar, esa otra flecha que nos libra del sol y de la luna» se enlaza con la primera parte y enfatiza la idea de que la muerte es una liberación del sufrimiento causado por lo que se ha perdido. Por otra parte, la doble alusión metafórica al mar es recurrente en la poesía de Borges. Precisamente, en este mismo libro El otro, el mismo, se halla incluido su poema El mar, en el que dice:

«¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento
y antiguo ser que roe los pilares
de la tierra y es uno y muchos mares
y abismo y resplandor y azar y viento?
[…]
 ¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día
ulterior que sucede a la agonía».

1964 concluye con una referencia al deseo de continuar con el hábito de ir «al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina», tal vez con la esperanza de hallar consuelo en lugares añorados como ámbito de pasadas experiencias felices.

Una observación última apunta al significado del poema. Está claro que el asunto tratado por Borges es la repercusión de una pérdida. Cabe entonces preguntarse: ¿La pérdida de qué? Un examen de los ensayos y análisis que se han publicado referidos a 1964 arroja una cantidad más o menos igual de autores que entienden que el hablante poético ha perdido un amor y de autores que sostienen que lo que ha perdido es la vista, dada la ceguera que a la sazón padecía el escritor argentino. Ambas partes cuentan con sus respectivos fundamentos. Por ejemplo, quienes sostienen que el hablante ha perdido un amor sustentan su postura en versos como «Te han dejado», «Ya no compartirás…», «Adiós las mutuas manos y las sienes que acercaba el amor», «La dicha que me diste y me quitaste…» y otros similares. Los que entienden que Borges alude a su ceguera, a su vez, invocan versos como «Hoy solo tienes la fiel memoria y los desiertos días», «Un símbolo, una rosa, te desgarra» (por tocarlo u olerla pero no poder verlos), «las horas son tan largas…», «lo que era todo tiene que ser nada» y otros de igual carácter. Aunque la existencia de estas dos interpretaciones se ha producido en forma separada y sin generar polémicas, se podría especular sobre la posibilidad de que ambas coexistan en el poema, e incluso alguna más.

A este respecto, hay que señalar, ante todo, que la interpretación de los poemas puede ser subjetiva y puede variar según la perspectiva del lector. Borges solía recurrir a un estilo evasivo y abordaba temas universales desde múltiples perspectivas. Por lo tanto, aunque la interpretación de la ceguera o la del abandono amoroso pueden ser válidas, también es posible que el poema abarque una gama más amplia de temas y reflexiones existenciales. La ocasional ambigüedad y la riqueza de la obra de Borges permiten múltiples lecturas y habilitan a cada lector para encontrar su propia vinculación con el texto y atribuir al mismo su significado personal.

También ha querido descubrirse la razón del singular título del poema. Algunos sostienen que se debe a que la pérdida a que Borges alude se produjo en ese año. Otros postulan que el poeta consideró que ese año era un hito de su vida porque era el de su cumpleaños sesenta y cinco. Quienes están por la interpretación de la ceguera, alegan que en ese año perdió la vista, pero eso no es cierto según el propio Borges lo expuso en una conferencia que pronunció el 3 de agosto de 1977:

Para los propósitos de esta conferencia, debo buscar un momento patético. Digamos, aquel en que supe que ya había perdido mi vista, mi vista de lector y de escritor. ¿Por qué no fijar la fecha, tan digna de recordación, de 1955. No me refiero a las épicas lluvias de septiembre; me refiero a una circunstancia personal.

Nota de Javier Collazo.

Collazo, Javier. Jul., 2023. 1964, de Jorge Luis Borges. Poemario. Acceso en https://poemario.com/poema-borges/

Ejemplos de figuras literarias en 1964

Figuras literarias Ejemplos Descripción
Metáfora "Ya no compartirás la clara luna" La luna es una metáfora de la intimidad compartida y la conexión emocional entre dos personas.
Metáfora "cristal de soledad, sol de agonías" La soledad se compara con un cristal, y las agonías con un sol, mostrando cómo el sentimiento de pérdida es intenso y angustioso.
Hipérbole "Un símbolo, una rosa, te desgarra / y te puede matar una guitarra." Se exagera el poder de los símbolos y objetos, como una rosa o una guitarra, para transmitir el profundo dolor emocional causado por la pérdida del amor.
Elipsis "Ya no seré feliz. Tal vez no importa." La elipsis refleja el sentimiento de resignación al aceptar la pérdida del amor y la felicidad que alguna vez tuvo.
Metonimia "esa vana costumbre que me inclina / al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina." El Sur, la puerta y la esquina representan lugares específicos asociados con su amor, reflejando el dolor persistente y la melancolía.


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  • J. Excelino Salcedo Salazar Mar., 2024

    Por favor: 1) No pasar por alto que “1964” del vidente ciego de oro, se compone de dos SONETOS; 2) el antepenúltimo verso del soneto II no lleva ese tal QUE, que no sólo sobra, sino que rompe la métrica endecasílaba en que está compuesto tal par de maravillosos poemas de catorce versos cada uno, como corresponde. El ninguneado por los a veces despistados otorgadores del Nobel de Literatura, no pudo haberse equivocado con ese atravesado que, así se diga que “Homero también dormía” o que los médicos también se mueren.

  • Pablo Ramos Jul., 2023

    Algunos textos dicen: Solo que me queda el goce de estar triste…
    Otros dicen: Solo me queda el goce de estar triste…
    Cual es el original, como lo escribio Borges…

    • Poemario Jul., 2023

      Gracias por tu consulta Pablo, en efecto el original es: Solo que me queda el goce de estar triste…, como está en nuestra página. Esto fue corroborado.

  • griselda Jun., 2023

    sabio… único. BORGES MAESTRO. Muy buen análisis.

  • Arnulfo Barreto P. May., 2022

    Como todo lo de Borges, excelente.

  • Rosario May., 2022

    Maravillosa construcción para decir una verdad imperecedera